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Entre marzo y abril, las comunidades rurales de Senegal inician la rehabilitación de los arrozales. El proceso comienza con el desbrozado manual, seguido por la quema controlada y el abonado orgánico. Desde junio, se preparan los semilleros y se da paso a la siembra, que dura hasta octubre. Finalmente, entre noviembre y febrero, llega la cosecha que asegura el sustento de las familias durante todo el año.

El arroz no es solo el alimento principal de las comunidades rurales, sino también un símbolo cultural y espiritual. En la tradición diola, el arroz cultivado por la familia está presente en bodas, entierros y rituales como el Kandi yanghi, donde los jóvenes preparan una harina de arroz cocido y la esparcen por los campos como ofrenda por la buena cosecha.

El cambio climático amenaza esta tradición con lluvias irregulares, suelos salinizados y migraciones hacia las ciudades. Sin embargo, las comunidades no se rinden: introducen nuevos cultivos, construyen diques y buscan mantener viva una práctica que representa su identidad y su forma de vida.
Apoyar la rehabilitación de los arrozales es proteger la cultura, la seguridad alimentaria y la resiliencia de las comunidades rurales de Senegal