Los manglares son ecosistemas costeros únicos formados por árboles y arbustos que crecen en zonas tropicales e intertropicales de América, África, Asia y Oceanía. Se desarrollan en aguas salobres, en la transición entre ríos y mares, enfrentando condiciones extremas de salinidad, oxigenación y movimiento del agua. Aunque estas condiciones dificultan la vida para muchas especies vegetales, los manglares albergan una rica biodiversidad adaptada a este entorno tan singular.
Su valor ecológico es incalculable: actúan como sumideros de carbono, almacenando hasta diez veces más carbono que los bosques terrestres, y protegen las costas frente a tormentas, inundaciones y erosión. Además, sostienen medios de vida tradicionales y actividades productivas de miles de comunidades costeras en todo el mundo.
En regiones como la Casamance, en Senegal, los manglares son fundamentales para la seguridad alimentaria y la economía local: permiten la pesca, la recolección de ostras y miel, la construcción de viviendas y el cultivo de arroz, actividad central del pueblo.

¿Qué estamos haciendo desde Bosque y Comunidad?
En el marco del proyecto “Promoción de los derechos humanos a la alimentación, el agua y el saneamiento mediante la mitigación y adaptación al cambio climático con enfoque de género”, financiado por la AECID, Bosque y Comunidad, junto con MUSOL y sus contrapartes ONG 3D y Cáritas Senegal, impulsa acciones de recuperación y gestión sostenible del manglar en la comuna de Enampore (región de Ziguinchor, Senegal).
Las comunidades de Bandial y Etama enfrentan un fuerte proceso de salinización del suelo, lo que provoca pérdida de parcelas arroceras, degradación de viviendas y mayor exposición a fenómenos climáticos extremos. Estos impactos están estrechamente ligados a la regresión del manglar y a la falta de planes de gestión sostenible de sus recursos.

Nuestras líneas de acción:
– Reforestación de manglares y árboles en los pueblos, utilizando especies que reduzcan la salinidad del suelo y favorezcan la reintroducción de especies desaparecidas.
– Construcción de diques resistentes, en colaboración con las comunidades, que reduzcan el mantenimiento necesario y mejoren la contención del agua salada.
– Introducción de cocinas mejoradas, que disminuyen hasta en un 70 % el consumo de leña, reduciendo la presión sobre los recursos forestales y mejorando la salud de las familias.
– Promoción de la producción de sal solar, una técnica que no requiere combustible y es más sostenible ambientalmente.
– Fomento de la recolección sostenible de ostras, que evita la sobreexplotación y mejora el acceso a zonas seguras de extracción.
– Apoyo a la apicultura, una actividad complementaria que genera ingresos y contribuye a la regeneración natural del manglar.

En este Día Mundial de los Manglares, desde Bosque y Comunidad reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de estos ecosistemas esenciales para la vida, la lucha contra el cambio climático y la justicia social y ambiental de las comunidades que los habitan. Cuidar los manglares es cuidar el planeta.